En Guatemala existen espacios en donde todos los días nos conectamos y cooperamos, ya sea por tradición o por trabajo. Fortalecer y escalar las dinámicas positivas de estos espacios físico-sociales será importante en la construcción de un mejor país.
Un ejemplo muy ilustrador de estos espacios es el de las redes de mercados en todo el país. Estos puntos de convergencia, como en cualquier civilización, cumplen un rol sumamente importante. Primero por su obvia función económica, algo detallado desde los textos de Platón. Son plataformas que conectan las provincias de los municipios con sus centros urbanos, los barrios locales, a regiones enteras y a todo el país, por lo menos de forma indirecta.
Pero no obviemos su rol social, este mismo espacio pone en contacto a personas de diferente perfil: artesanos, agricultores campesinos, tejedoras, transportistas, políticos, carniceros, cocineros, cooperativistas, religiosos, policías, amas de casa, empresarios, prestamistas, comerciantes de bebidas, fotógrafos, distribuidores de grandes empresas, tenderos, uno que otro estudiante de ciencias sociales, productores artesanales. Son espacios en donde existe un fiambre de experiencias y sensaciones. Son lugares de fuertes redes sociales, instituciones informales de apoyo, amistades, caras conocidas, olores tradicionales, una mezcla de esquemas formales e informales de hacer negocios, sistemas financieros. Los mercados ejemplifican muy bien el libre y dinámico sistema al que dan nombre.
María Victoria García Vettorazi describe muy bien cómo los mercados marcan la vida y subsistencia de guatemaltecos diariamente en Occidente. Plazas específicas como la de Quetzaltenango o San Francisco el Alto mueven gran parte de la economía y sociedad de esa región del país, no solo hoy en día, sino desde hace varias generaciones. Fenómeno social que debería conocerse y estudiarse más.
Parte de la vida de todos los guatemaltecos depende de estas redes socio-comerciales. Pensemos, por ejemplo, en todas las personas y procesos que se requieren para que llegue a nuestra mesa el plato de hilachas que almorzamos. Dependiendo de donde se viva los tomates, los chiles, el arroz, las tortillas, las papas y la carne provienen de diferentes tenderos, almacenes, mercados y/o supermercados. Los cuales a su vez son el punto final de una cadena que conecta agricultores, comerciantes, cooperativas, empresas y comunidades de todo el país.
Robert Putman, como muchos sociólogos, llama a estas conexiones “capital social”, un término útil para describir el valor de la confianza entre los miembros de un grupo y la necesidad de fomentar su crecimiento. Las relaciones humanas importan; vernos, hablarnos, conocernos, reir, confiar y botar estereotipos.
Los mercados son excelentes creadores de todo tipo de capital. ¿Cómo podemos fortalecer los mercados de Guatemala?, sabiendo que al hacerlo podríamos conectar y enriquecer a miles de comunidades, productores, comerciantes, empresas y agricultores que de otra forma no lo harían.
Comencemos con los espacios. Un mercado es un punto comercial que debería buscar garantizar un espacio limpio y seguro para suficientes vendedores. Es un punto de carga y descarga de personas y productos, un mal diseño no solo provocaría ineficiencias en las dinámicas económicas, sino en la zona urbana completa. Es un espacio cultural, convergen artistas, cocineros y artesanos; a veces resulta siendo el único acceso a la cultura guatemalteca para muchas personas. Es un espacio social donde amigos, políticos, iglesias, redes comerciales, emprendedores, cooperativas, empresarios, clubes, escuelas, estudiantes y tantos otros se reúnen a pasar el tiempo o hacer actividades. El diseño del espacio debe invitar a la sociabilidad, al paseo y la seguridad por tiempo prolongado.
Sigamos con la conexión de infraestructura. De forma muy general son dos trayectos importantes. Desde el lugar de producción al mercado y entre comunidades. En el primer sentido es importante contar con vías accesibles y rápidas, esta es la parte mínima de “acceso a mercados”. Sin esto no podemos esperar que los productores lleguen a su plaza más cercana, ya sea por cuenta propia o a un precio accesible. En el segundo sentido hablamos de la infraestructura nacional. Sin carreteras en buen estado la movilidad es un gran costo, que para el más pequeño es marginalmente más caro. Pero no solo pensemos en carreteras, pensemos en trenes, centros de acopio, cuartos fríos, sistemas de riego y acceso a combustibles eficientes y baratos. Mal acceso implica aislamiento.
Finalicemos con lo institucional, de lo cual se podría escribir un artículo por sí solo. Es necesario contar con políticas públicas y políticos que den valor a los mercados como una de las instituciones más importantes de la sociedad guatemalteca. Apoyar su desarrollo y crecimiento por medio de mejor infraestructura, acceso a crédito y facilitando su operación en la formalidad ciertamente cambiará la vida de muchas generaciones.
Fortalecer los mercados es fortalecer el tejido de nuestra sociedad. Conectar nuestros mercados internos nos prepara para conectarnos a mercados externos. Los mercados son espacios para cooperar, fomentan dinámicas positivas que bien aprovechadas ayudarán a desarrollar el país.
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